Para los hinchas de Belgrano la
parte más linda de la vida empezó el 26 de junio de 2011. Hace exactamente un
año el Pirata empató con River en el Monumental y volvió a Primera después de
cuatro años. Ese día, además de cambiar la historia del fútbol argentino para
siempre, el club inició la que más tarde fuera la mejor temporada de su historia.
Los trescientos sesenta y cinco días que pasaron desde ese domingo soleado
hasta hoy escribieron las páginas más gloriosas en la memoria de ese Belgrano
que llegó a estar último en la B Nacional en el mismo momento en el que River
era puntero en Primera.
La explicación del presente no es
casual. Más allá de que el ascenso fue una hazaña -sería una necedad no reconocerlo-, el trabajo sostenido fue lo que puso a
Belgrano en el fútbol grande de la Argentina. De la mano de una dirigencia que,
como todas, tuvo errores y decisiones sospechosas -las ventas de Bolatti, Suárez, Chavarría y
Vázquez que se fueron casi regalados, por ejemplo-, pero que a pesar de todo
siempre puso el pecho para que el club vuelva a ser un club, Belgrano pudo
levantar la quiebra y llamar a sus socios para que elijan a un presidente que
terminó siendo el mismo que había representado, como gerenciador, a Córdoba
Celeste Sociedad Anónima.
Si Belgrano hoy existe es,
justamente, por esa Sociedad Anónima que, manejada por Armando Pérez -un empresario de Buenos Aires hincha de Boca-,
saldó una deuda de más de veinte millones de pesos, y no por un “Pirata fanático”
(como se autodefinía Gregorio Ledesma) que cumplió dos mandatos como presidente
del club y se fue diciendo que la quiebra era lo mejor que le podía pasar a la
institución. A una institución que ya no era tal, sino una empresa en
convocatoria de acreedores.
Pérez -y junto a él Rufail y Franceschi- por momentos fueron avaros. Es verdad. Y en
ocasiones fueron soberbios. También es verdad. Pero supieron aprender de los
jugadores y técnicos mediocres que llegaron al Pirata durante los años de
Córdoba Celeste y de la innecesaria partida, por una cuestión de egos, de
Carlos Ramacciotti en el 2006 que condenó a Belgrano al descenso en su intento
fallido de consolidarse en Primera, y luego de sanear el club le dieron al
hincha la alegría más grande de su vida.
Un año después del ascenso y con
un campañón en Primera en el medio, el agradecimiento no es sólo para los
dirigentes. Es también, y sobre todo, para Zielinski y los jugadores. Incluso para
aquellos que, con mayor o menor relevancia, hicieron posible la hazaña y ya no
seguirán -Silvera, Lembo, Giménez,
Mancuello, Marco Pérez y Almerares-. El resto
-Farré, Ribair, Mansanelli, Turus, Olave, Claudio Pérez y compañía- intentará continuar el rumbo y darle más
oportunidades a Matías Barzola para jurar que “el que nunca sintió lo que
siente el hincha de Belgrano, no conoce la parte más linda de la vida”.
Es que somos las más potentes jeje
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EliminarAmigo siento mucho lo de Miki Roqué. Es una verdadera tragedia para el fútbol. Un abrazo.
EliminarConsidero que, si bien Belgrano ha realizado una muy buena temporada (a pesar de no haber lucido en su juego y de habérsele escapado partidos increíbles,los cuales perdió por errores propios) sin embargo creo que, deberá realizar algunas nuevas contrataciones a los efectos de poder mantenerse en este nivel, porque no posee mucha capacidad de recambio al momento de las bajas por expulsiones o lesiones de sus jugadores protagonistas.Abrazo Futbolero
ResponderEliminarDicen que los últimos serán los primeros , y por lo que leo coincidieron River en lo más alto y Belgrano en lo más bajo , se cumple la regla .
ResponderEliminarInteresante duelo el torneo próximo cuando se citen víctima y verdugo .
U saludo