Los años ochenta no fueron fáciles para los equipos denominados grandes en Argentina, Boca atravesó una extensa crisis que más de una vez lo mantuvo al borde de la quiebra y el descenso, River penaba entre cambios de entrenadores hasta que Rodolfo Veira les hizo tocar el cielo con las manos tras lograr la Copa Intercontinental en 1986, Racing sufrió el descenso por los fatídicos promedios que eran toda una novedad en el fútbol criollo y apenas Independiente podía gozar de la cierta regularidad que le brindaba Ricardo Bochini y compañía.
Pero el que peor la pasó fue San Lorenzo, apenas entrada la década decretó su descenso y a pesar de que una campaña extraordinaria lo devolvió a primera al año siguiente, las desgracias no quedarían ahí, la falta de garantías de pago y las múltiples intimaciones judiciales mandaron el Viejo Gasómetro a remate, Boedo dejaba de ser la casa de los Matadores.
En la caravana de los Azulgranas por diversos estadios del país, se fue gestando un grupo de luchadores que seguían para adelante a pesar de las nulas condiciones que tenían para entrenar, el incumplimiento de los contratos o la falta de pago. Nunca mejor escogido un apodo, este aguerrido equipo pasó a denominarse Camboyanos tras ganar un partido increíble frente a Independiente en Avellaneda.
Fue la etapa de la primera experiencia de José Luis Chilavert en Argentina, la explosión de Walter Perazzo y el comienzo de Flavio Zandoná, que antes de ganar todo con el Vélez de Carlos Bianchi o de trompear a Edmundo, tuvo que saber lo que era el esfuerzo. Blas Giunta, otra de las figuras de ese equipo, declaró alguna vez que se juntaban a entrenar en los bosques de Palermo y usaban dos camperas para hacerle frente a las bajas temperaturas.
Todos ellos eran dirigidos por el entonces suplente del arquero paraguayo, Rubén Cousillas, que fue designado como técnico interino cuando Juan Carlos Carotti decidió dar un par al costado.
Con el paso del tiempo llegaron jugadores de la talla de Víctor Hugo Ferreyra, el Flaco Rifourcat, el Pelado Moner o el Beto Ortega Sánchez, todos ellos de la mano del Bambino Veira, que luego de abandonar River, se sumó al proyecto alentado por Luis Malvárez, Darío Siviski y Osvaldo Coloccini, padre de Fabricio.
Tras la venta de Chilavert al Zaragoza español, Esteban Pogany se adueñó del arco durante la Liguilla Pre Libertadores de 1988 en la que superaron en la final a Racing y se alzaron con la posibilidad de disputar la Copa de ese mismo año. Luego de una muy buena temporada en la que se quedaron a las puertas de la consagración en el torneo doméstico, tuvieron la posibilidad de mostrarse en América. Allí libraron todas las batallas hasta que las lesiones mermaron el rendimiento del equipo y sin sus principales figuras, los Camboyanos se fueron derrotados en semifinales por el Newell’s del Piojo Yudica que sería subcampeón tras perder la final contra Nacional de Montevideo.
Tal cual tituló la revista El Gráfico en ese momento, la situación de esos futbolistas fue reconocida como “El triunfo de la dignidad”, demostraron ser un grupo de hombres dispuestos a todo por el amor al fútbol y principalmente a la institución y lograron lo que muy pocos pudieron, ya que a pesar de no salir campeones se ganaron el reconocimiento y el respeto de todos por el coraje y la valentía que manifestaron al seguir luchando a pesar de lo esquiva que les era la suerte por aquellos años.
Pero el que peor la pasó fue San Lorenzo, apenas entrada la década decretó su descenso y a pesar de que una campaña extraordinaria lo devolvió a primera al año siguiente, las desgracias no quedarían ahí, la falta de garantías de pago y las múltiples intimaciones judiciales mandaron el Viejo Gasómetro a remate, Boedo dejaba de ser la casa de los Matadores.
En la caravana de los Azulgranas por diversos estadios del país, se fue gestando un grupo de luchadores que seguían para adelante a pesar de las nulas condiciones que tenían para entrenar, el incumplimiento de los contratos o la falta de pago. Nunca mejor escogido un apodo, este aguerrido equipo pasó a denominarse Camboyanos tras ganar un partido increíble frente a Independiente en Avellaneda.
Fue la etapa de la primera experiencia de José Luis Chilavert en Argentina, la explosión de Walter Perazzo y el comienzo de Flavio Zandoná, que antes de ganar todo con el Vélez de Carlos Bianchi o de trompear a Edmundo, tuvo que saber lo que era el esfuerzo. Blas Giunta, otra de las figuras de ese equipo, declaró alguna vez que se juntaban a entrenar en los bosques de Palermo y usaban dos camperas para hacerle frente a las bajas temperaturas.
Todos ellos eran dirigidos por el entonces suplente del arquero paraguayo, Rubén Cousillas, que fue designado como técnico interino cuando Juan Carlos Carotti decidió dar un par al costado.
Con el paso del tiempo llegaron jugadores de la talla de Víctor Hugo Ferreyra, el Flaco Rifourcat, el Pelado Moner o el Beto Ortega Sánchez, todos ellos de la mano del Bambino Veira, que luego de abandonar River, se sumó al proyecto alentado por Luis Malvárez, Darío Siviski y Osvaldo Coloccini, padre de Fabricio.
Tras la venta de Chilavert al Zaragoza español, Esteban Pogany se adueñó del arco durante la Liguilla Pre Libertadores de 1988 en la que superaron en la final a Racing y se alzaron con la posibilidad de disputar la Copa de ese mismo año. Luego de una muy buena temporada en la que se quedaron a las puertas de la consagración en el torneo doméstico, tuvieron la posibilidad de mostrarse en América. Allí libraron todas las batallas hasta que las lesiones mermaron el rendimiento del equipo y sin sus principales figuras, los Camboyanos se fueron derrotados en semifinales por el Newell’s del Piojo Yudica que sería subcampeón tras perder la final contra Nacional de Montevideo.
Tal cual tituló la revista El Gráfico en ese momento, la situación de esos futbolistas fue reconocida como “El triunfo de la dignidad”, demostraron ser un grupo de hombres dispuestos a todo por el amor al fútbol y principalmente a la institución y lograron lo que muy pocos pudieron, ya que a pesar de no salir campeones se ganaron el reconocimiento y el respeto de todos por el coraje y la valentía que manifestaron al seguir luchando a pesar de lo esquiva que les era la suerte por aquellos años.
que arquero chilavert, buen post
ResponderEliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarUn grandísimo artículo Matías (como todos los que escribes). Me encanta conocer este tipo de detalles del fútbol argentino, que es apasionante por todo lo que conlleva y por como lo vivís (hinchadas, pasión...).
ResponderEliminarPor cierto, este martes a las 21:00 hora europea jugamos contra el Newcastle y se enfrentan un ídolo de la hinchada Deportivista (Fabri Coloccini) con otro que lo está empezando a ser (Diego Colotto).
Saludos!!
http://sempre-depor.blogspot.com/
los detalles y la forma como contas las historias, excelente.
ResponderEliminarun abrazo
Por lo leído , grandes como Boca o River ya saben lo que es vivir una situación como la actual .
ResponderEliminarUn saludo
Matías: un muy buen recuerdo. Agregaría, como algo anécdotico, que a ese equipo lo dirigió el serbio Bora Milutinovic, un personaje!!
ResponderEliminarUn abrazo también desde Sueños de Pelota y gracias por escuchar el programa.
La verdad es que de esos ejemplos deberían aprender los jugadores de hoy en día. Tremendo artículo, Matías! La verdad es que siempre sorprendés y enseñás cosas nuevas. Abrazo!
ResponderEliminarQue tal? dime si quieres seguir en mis links, el mio no lo veo.
ResponderEliminarhttp://liverpoolfctenerife.blogspot.com/
Equipazo... Los Camboyanos..!!! pura Garra y Sudor...!!! Amor y Pasión por la camiseta..!!
ResponderEliminarBuen Post Pibe..! Un Abrazo Futbolero..!!
Mmm Sr. Rodriguez, usted me parece muy atractivo.
ResponderEliminarFelicidades nuevamente con este gran post , esto es sentir a un ekipo ¡¡ jejeje , nada mas abrir tu blog y vi a este ekipo mi primera impresion fue que creia que era el Barça jejeje esos colores.... jejeje , pero vi el escudo y los jugadores y claro.... ¡¡ saludos ¡¡
ResponderEliminarGran post, el de este equipazo que pasó enormes penurias, sin cancha y que descendio, pero volvió a 1º y paso tantos años sin cancha donde hacer de local. Increíble.
ResponderEliminarSaludos, estoy deslogueado pero soy estebanDL.
Bora Milutinovic... que será de él?. Muy buen post Matías.
ResponderEliminarMuy bueno el texto Matías. Justto iba a agregar lo de Bora pero me ganó de mano Julián.
ResponderEliminarY el Chila fue el mejor arquero que vi en mi vida, aunque lo hemos tratado un poco mal cuando venía a Parque Patricios, recuerdo unos partidos contra Velez que lo volvíamos loco, pero él siempre rendía igual. Y poco y nada le hacían nuestros insultos.
Un abrazo
Gran articulo Matias, siempre va bien recibir algo de historia.
ResponderEliminarSaludos desde http://caviardefutbol.blogspot.com/