“Con la suspensión del partido se
gana tiempo para olvidar”. La frase de Diego Latorre, a modo de reflexión sobre
la postergación de San Lorenzo – All Boys, es la síntesis perfecta del modus
operandi del fútbol argentino. El “todo pasa” no es patrimonio exclusivo de la
AFA y sus manejos, sino que son varios los dirigentes que apoyan la moción y
hacen poco y nada para evitar la escalada de los barrabravas que se turnan para
protagonizar las noticias deportivas.
La semana pasada fue San Lorenzo
y su guerra interna; antes habían pasado Independiente y Newell’s. Ahora es el
turno de Boca. Las tribunas se convirtieron en un polvorín. Ayer la barra de
Rafael Di Zeo saltó los molinetes y rompió las cámaras de seguridad de La Bombonera,
adentro los esperaba la fracción que impunemente se proclama “oficial”,
comandada por Mauro Martín. Cruzaron amenazas e hicieron pública una vieja
disputa que la quebrada dirigencia de Boca no supo frenar a tiempo. La campaña
presidencial fue más fuerte y el buen andar del equipo escondió la basura
debajo de la alfombra.
Con la guerra declarada el único
que pierde es el hincha común y corriente. El Comité de Seguridad evalúa limitar
el ingreso visitante en el partido contra Vélez, justo cuando Boca puede rematar
la suerte del torneo. Si se confirma la medida, la dirigencia deberá enviar una
lista con los dos mil hinchas habilitados por puntaje que hayan comprado su
entrada, pero si la lista incluye a alguna de las barras será responsabilidad del
club, que estaría así legitimando a los violentos.
Boca y el fútbol argentino perdieron
toda autoridad ante los barrabravas que ya convirtieron las tribunas en zonas
liberadas. Manejan los operativos de seguridad, se sientan en la mesa chica con
los dirigentes, tienen vínculos con el gobierno e intentan legitimar el negocio
de la violencia. Ayer, mientras Di Zeo exigía que le ganen la barra en la
calle, el grueso de los hinchas de Boca abandonaba el estadio alertado por un
posible enfrentamiento a la salida. Sucede en todas las canchas. El fútbol era
de los hinchas; ahora es de los barras.
Lei una vez no recuerdo en que libro, que en inglaterra empezaron a implementar seguridad privada y a vender las entradas un tiempo antes de cada partido, para poder tener conocimiento de quien iba a ingresar al estadio y si tenía antecedentes policiales, o sea, si tenia algún tipo de vínculo con los hooligans y la violencia. Así poco a poco fueron cambiando.
ResponderEliminarEn argentina parece imposible. SOy hincha de boca y me da bronca saber que nos pueden clausurar el estadio por las lacras que se hacen llamar hinchas y que encima dominan el futbol y varios equipos... saludos
Es un tema que hay que empezar a resolver en serio el de los Barras. Lo de Boca y Di Zeo una vergüenza, ni hablar lo de San Lorenzo, pero con más o menos peligro pasan cosas cuestionables en todos los clubes.
ResponderEliminarRealmente es un tema de estado y hay que darle la relevancia que merece.
Abrazo
Considero que, el tema de La Presencia de Las Barras Bravas en los Estadios es consecuencia del NEGOCIO TURBIO entre los Clubes y estos "Grupos de Riesgos" y que a esta altura de las circunstancias se ha generado un caldo de cultivo imposible de erradicar por parte de los respectivas Dirigencias, dado están muy comprometidos ante "esta gente" y se ven en la necesidad de "colaborar" ante "el chantaje" de ser descubiertos en sus "malas acciones". Quién Pierde?? El Hincha común que paga su entrada y sólo intenta disfrutar de un evento deportivo. Y...sí..., "Todo Pasa...y La Vida es Bella..". Abrazo Futbolerto
ResponderEliminarEl fútbol debe ser de los hinchas, no de los Bravas! Cada vez que ocurren escándalos de violencia me planteó como podria llevar a mi hijo a ver partidos así...y no encuentro posibilidad! Hay que acabar con la violencia en el deporte, no tiene cabida!
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