jueves, 1 de enero de 2009

Barcelona camina hacia su autodestrucción


Hasta no hace mucho el Barcelona era un sinónimo de perfección. Con una conducción sobria, jugadores de las divisiones inferiores triunfando en el primer equipo y un caudal de títulos obtenidos en base a una profunda valoración del cómo, los catalanes eran un oasis en el desértico fútbol actual. Eran la antítesis del Real Madrid, el enemigo poderoso plagado de conflictos internos por culpa del villano José Mourinho. Sin embargo todo cambió desde un tiempo a esta parte, y varias declaraciones acusatorias, sumadas a una lucha de egos que no dejó indiferente ni siquiera al siempre diplomático Pep Guardiola, pusieron al Barcelona en la puerta de su autodestrucción. Hoy, en medio del fuego cruzado, se confirmó que Tito Vilanova tuvo una nueva recaída de su enfermedad, y que esta vez abandonará la dirección técnica del equipo. 
El principio del fin de la tranquilidad barcelonista fue la confusa salida de Guardiola como entrenador en junio de 2011. Jamás quedaron claros los motivos, y el abrupto divorcio entre el Barcelona y el técnico más ganador de su historia fue, como mínimo, llamativo. Designar a Tito Vilanova como su reemplazante significó un acto de coherencia por parte de la dirigencia catalana, aunque también resintió gravemente la relación entre los dos entrenadores. Los chispazos de aquellos tiempos pasados, que fueron atravesados por una primera recaída de Vilanova en su enfermedad, volvieron a aflorar la semana pasada, cuando Guardiola se victimizó ante las declaraciones de Sandro Rosell. 
El presidente del Barcelona encabezó el ataque y acusó a Pep de entrometerse en el fichaje de Neymar, e incluso llegó a afirmar que el actual entrenador del Bayern Munich había puesto en duda la capacidad de Tito Vilanova, tratando de convencer al crack brasileño de que su reemplazante en el banco del Barcelona no podría sacar todo su potencial, y de que en cambio sí podría hacerlo él durante su aventura por la Bundesliga. 
“Me fui a 6000 kilómetros de distancia para que me dejaran tranquilo, y no han podido lograrlo. No cumplieron su palabra. Este año ha habido demasiadas cosas en las que se han pasado de la raya. Utilizar la enfermedad de Tito Vilanova para hacerme daño es algo que no olvidaré nunca”, disparó un Pep desencajado contra Rosell, y agregó que si no se juntó con Vilanova durante la estadía de este en Nueva York, el lugar de residencia de Guardiola durante su exilio autoimpuesto y donde su ex ayudante se trataba de su enfermedad, fue porque no ha sido posible, pero no por su parte. “Si ellos consideran que es mentira lo que digo, que salgan y lo desmientan, pero quiero que lo hagan ellos, no sus intermediarios”, fue la inquisición desafiante de Pep en el cierre de su conferencia de prensa desde Alemania. 
Rápidamente Tito Vilanova recogió el guante, y rompió definitivamente su relación con Guardiola: “Pep estuvo desacertado, el habrá considerado que era mejor no vernos, pero era mi amigo y yo lo necesitaba, estaba sólo y atravesando un problema, necesitaba realmente su ayuda”. Rosell, para no ser menos, respondió también a las acusaciones asegurando que Guardiola era un mentiroso, porque no podía confirmar lo que estaba diciendo. 
En medio de la disputa dialéctica tuvo lugar el traspaso de Thiago Alcántara al Bayern Munich de Guardiola, que había exigido insistentemente su fichaje. Una muestra de que esta batalla no podría tener ganadores es que no fueron pocos los barcelonistas que tildaron de traidor a Pep por intentar llevarse a una de las joyas de La Masía. A su llegada a Alemania, el volante también aportó su granito de arena para reverdecer la crisis interna: “Mi sueño no es triunfar en el Barcelona, sino en el fútbol, y si puedo hacerlo al lado de Guardiola, el entrenador del que más he aprendido en mi carrera, mucho mejor”. 
La egolatría de Guardiola y de Rosell, los dos grandes protagonistas de esta historia, está resultando demoledora para el club modelo, que observa como el incendio autoinfligido arrasa con todo a su paso. Como si fuese poco, los catalanes se quedaron sin el recurso de poder culpar de todas sus desgracias al demonio Mourinho. Mal que le pese al barcelonismo, esta vez el problema es de la casa. Tan de la casa como todos los proyectos de crack que supo formar en estos años. 
El precio que deberá pagar el Barcelona por haber ventilado intimidades sin medir las consecuencias es muy alto. Muchos olvidaron que en el medio quedaba una persona que aún intenta recuperarse de un cáncer de garganta.

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