jueves, 29 de julio de 2010

El tesoro de los inocentes


La Segunda Guerra Mundial marcó a fuego a Alemania, la dejó dividida en dos por un muro que respondía a un lado o al otro según intereses comunistas o capitalistas y terminó devastando a una sociedad, dejándola de rodillas ante el mundo.
El mayor conflicto bélico de la historia no liberó de su miseria ni siquiera al fútbol, los seis años eternos que duró la guerra nos quitaron dos mundiales y la posibilidad de ver a una exquisita generación de checoslovacos, austríacos o soviéticos que por aquellos años podrían haber sido potencia.
Tras el Maracanazo en Brasil 1950 el Mundial debía organizarse en Europa, nunca mejor elegida una sede, Suiza se encargó de organizar la Copa del Mundo de 1954 y empezar a devolver al fútbol a su lugar. Entre los dieciséis equipos participantes, lógicamente se encontraba Alemania, sin embargo compartir grupo con Turquía, Corea del Sur y Hungría, no daba demasiadas esperanzas a los teutones.
Alemania debutó contra Turquía y contra todos los pronósticos, logró quedarse con la victoria gracias a un 4 a 1 inobjetable, pero el segundo partido no iba a dar sorpresas, la Hungría de los Magiares Poderosos que contaba con Ferenc Puskás, Zoltán Czibor, Sándor Kocsis, József Bozsik y Nándor Hidegtuki lo iba a noquear con un 8 a 3 inolvidable.
El mazazo de los húngaros provocó la ira de los periodistas alemanes que querían linchar a Sepp Herberger por el controvertido planteo táctico, sin embargo un sufrido partido definitorio, otra vez frente a los turcos, les dio la clasificación a la siguiente ronda. Yugoslavia fue el próximo escollo, pero a pesar del poderío del este, un autogol de Horvat y otro de Rhan, dieron el triunfo a Alemania. Mientras tanto Hungría libertaba la Batalla de Berna frente a Brasil con un 4 a 2 de antología.
Las semifinales debían ser la confirmación para Alemania y los esperaba la sorprendente selección de Austria, pero los bávaros a esa altura eran más que una sorpresa, eran un equipo consolidado que podía jugarle de igual a igual a cualquiera. Aplastaron a los austríacos por 6 a 1. Otra vez Hungría, pero ahora en la final.
Era la misma Hungría de la primera ronda, la de Gusztáv Sebes, el pionero en darle movilidad al equipo, se animó a sacar al delantero centro del área para enseñarle a pibotear, los laterales eran más que defensores y el volante central no sólo defendía. Era el Equipo de Oro, el mismo que había derrotado al campeón Uruguay en semifinales, era la maravillosa Hungría.
Alemania también era un gran equipo, no muchos confiaban en ellos pero tener a Fritz Walter como abanderado y a su hermano Otto en el equipo, era al menos una garantía. Popispal, Morlock y Rahn aportaban lo suyo y Anton Turek era el soberbio portero alemán. Pero el candidato por excelencia era Hungría.
Finalmente llegó el día de la final, el 4 de julio de 1954 el Wankdorfstadion de Berna daba lugar a sesenta mil personas, el partido tan esperado era un hecho, Hungría y Alemania ya estaban jugando. Tuvieron que pasar seis minutos nomás para que Puskás demuestre que era el mejor, 1 a 0 para los magiares y aun había más, dos minutos más tarde Czibor ponía el segundo, nadie se lo creía y la goleada parecía que estaba al caer. Pero no todo estaba dicho, Morlock le dio vida a Alemania y después Rahn comenzaba a hacer historia con el empate, el entretiempo los encontraba con un 2 a 2 inesperado para ambos.
Y así comenzó el segundo tiempo, fue todo muy distinto, Hungría ya no era Hungría, se desbarató y Puskás jugaba lesionado, empezó a llover, parece un detalle menor pero más adelante sabrán que no lo es, el empate no se rompía y el tiempo se consumía sin piedad, pero no, Mark Fritz tenía otros planes, habilitar a Rahn. Y gol. Gol de Alemania, de Rahn. Heroico Rahn, Heroica Alemania. 3 a 2 y no quedaba tiempo, no quedaba nada. William Ling pitó el final, campeón Alemania.
Para muchos si no hubiese llovido jamás podría haber ganado Alemania, pero tenían en sus botines tapones cambiables, según el tiempo. Toda una novedad en esos años, mientras los húngaros no alcanzaban a levantarse para patinarse nuevamente, los germanos avanzaban sin barreras, el desgaste era menor. Pero eso no tiene sentido a esta altura, Alemania fue campeón en la mejor de las leyes y mucho más a juzgar por la historia, ya que nada volvió a ser igual. Los teutones se convirtieron en una potencia futbolística y la maravillosa Hungría se diluyó con la Revolución Húngara en 1956.
Para los alemanes ese es el título mundial más valioso, el que les dio la posibilidad de finalizar de una vez por todas con la Segunda Guerra Mundial y de volver a mirar al mundo a los ojos, sin resentimientos ni rencores. Fue el justo premio para un pueblo oprimido que encontró en el Mundial de Suiza 1954 la maravillosa excusa para volver a ser feliz después de muchísimo tiempo.

11 comentarios:

  1. que lindo que es usted señor Rodriguez

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  2. excelente... no me gusta mucho recordar viejas finales o copas mundiales, pero hoy valió la pena. Un saludo!

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  3. me encantan estas historias, se corrian rumores de un ataque sovietico en ese mundial, por suerte no pasó nada porque podia haber desencadenado la tercera guerra

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  4. Es uno de los mundiales más apasionantes para mi gusto, desde el punto de vista futbolístico y político.
    Encima después de ese mundial la vida de Puskas no volvió a ser la misma. Desde el regreso a Hungría, donde la policía reprimía en las calles a la gente que se manifestaba contra su seleccionado, hasta el día de su muerte (creo que en 2005 o 2006) Puskas pasó de ser gloria en el Real Madrid a fracasar en el negocio de la venta de salchichas, pasando por una suspensión de la FIFA y una declaración de "traidor a la patria" de su gobierno.
    Saludos

    PD: creo que es la 1era vez que comento, pero lo leo desde hace bastante al blog.

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  5. Sin duda una historia muy buenisima, este tipo de historias me encantan, y de deportes en medio de la segunda guerra mundial AUN MAS.
    Hungria en aquella epoca eran un equipo buenisimo y ha dia de hoy son totalmentes diferentes...

    Saludos.

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  6. Historia bastante emocionante y trepidante , la guerra tambien hizo mucho daño al deporte , recordar partidos asi tan importantes en medio de tanta tragedia la verdad que emociona bastante . Si señor te felicito por tu historia . Un abrazo che ¡

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  7. En esa final, hay un libro que certifica que los alemanes jugaron dopados y corrieron más que nunca. El DT era un confeso nazi e integrante del partido de Hitler. Puskas llegó lesionado a esa final.
    Un abrazo.

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  8. El Milagro de Berna, sí señor. La película está muy buena, también.

    No me sabía lo del intercambio de plantilla.

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  9. Muy bueno el blog...,creo que el fútbol resultó ser un analgésico alternativo para todos los habitantes que involuntariamente debieron atravesar las trágicas historias de sus pueblos y sociedades. El Fútbol es la mejor terapia para evadir la cruda realidad y disfrutar por noventa minutos de una Loca Fantasía, es el mejor cable a tierra, el Fútbol es Idioma Universal, es Pasión de Multitudes..!!! Un Abrazo Futbolero!!!

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  10. Da gusto visitarte para leer historias como estas.

    Un saludo desde Fútbol y más fútbol

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  11. Es preciso la cohesión que haces entre el fútbol y la situación histórica de la época. Felicitaciones. Buenos posts.

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