El crack es un distinto, es el que tiene un talento particular y una capacidad innata, el que se rebela al sistema y al pragmatismo en todas sus teorías posibles para demostrar que no todo esta inventado, es un abanico de recursos dignos de un elegido, de un mago, de un mágico como lo era Jorge Alberto González Barrillas.
El Maradona de Centroamérica, territorio de mitologías y leyendas por excelencia, jugaba a la pelota, no creía en la profesionalización del fútbol y la vorágine de los ochenta, la época donde más brilló, su época, lo agobiaba. Él mismo reconocía que jugaba para divertirse y que alterar esa consigna y tomar el juego como un trabajo lo despojaría de su identidad.
Desde que era un juvenil, el Mágico se destacó en su país defendiendo los colores del FAS y de su selección, con la que sufrió la derrota más abultada en la historia de un Mundial al caer frente a Hungría por 10 a 1. Como consuelo le puede contar a sus nietos que participó del último gol de El Salvador en una Copa del Mundo.
Sus buenas actuaciones no tardaron en llamar la atención en Europa, allí fue el Cádiz quien se quedó con él luego del Mundial de España 1982. En el conjunto de Jerez de la Frontera se hizo rápidamente un lugar en el once titular y con actuaciones memorables y goles espectaculares se ganó el cariño de una afición que lo idolatra hasta nuestros días.
Al salvadoreño le gustaba dormir demasiado, las noches de juerga eran moneda corriente en su estadía española y la ausencia en los entrenamientos casi periódica. Por su fama de fiestero se llegó al punto tal de llamar a sus íntimos amigos y familiares para que le hagan entrar en razón y hasta el club contrató un empleado cuya única función era despertarlo después de sus salidas nocturnas. Ni siquiera las constantes y sucesivas multas por parte de la dirigencia cambiaron su filosofía.
Para muchos su mejor partido se dio como consecuencia de su indisciplina, en un encuentro de semifinales ante el Barcelona por el Trofeo Ramón de Carranza, Jorge llegó tarde para firmar la planilla, por lo que fue incluido recién en el entretiempo cuando el resultado ya estaba 3 a 0 a favor de los catalanes. En la segunda mitad contribuyó con dos goles y otras dos asistencias para torcer la historia y quedarse con el partido por 4 a 3.
La temporada 1983/1984 no fue buena para el Cádiz en cuanto a resultados y el descenso que venía acechando al equipo, acabó por consumarse. El fútbol italiano posó sus ojos sobre él, pero el deseo del Mágico de quedarse en España fue más fuerte. El Barcelona lo incluyó en una gira por Estados Unidos para probarlo junto a Diego Armando Maradona y las crónicas dicen que la sociedad generaba terror en las defensas rivales, sin embargo un incidente en un hotel californiano, donde estaba hospedado el plantel y en el que sonó la alarma contra incendios y el único que permaneció en el edificio fue nuestro homenajeado que estaba en su habitación con una mujer, terminó truncando la transferencia.
Con la certeza de que su traspaso al Barcelona estaba caído, continuó un semestre más en el conjunto gaditano. La relación con Benito Joanet, un entrenador estricto y exigente, comenzó a desquebrajarse, su mala conducta y la constante indisciplina táctica a la que estaba acostumbrado desataron la ira del espluguense que le dio salida hacia el Real Valladolid en enero de 1985. Los estrechos controles del club vallisoletano sobre su vida privada hicieron que se sienta acosado e invadido, por lo que la temporada 1987/1988 decretó el regreso del Mágico al Ramón de Carranza bajo un curioso contrato cuya paga consistía en setecientos dólares por partido jugado.
En 1990 y cuando quemaba sus últimos cartuchos en el fútbol español, al banquillo del Cádiz llegó el entrenador argentino Héctor Rodolfo Veira, de quien cuentan las andanzas de que lo fue a despertar a su habitación con un grupo de flamenco y al que el Mágico elogió diciendo: “Sólo me levanto porque me gusta la música”. Quizás el Bambino fue el técnico que más lo entendió por encontrarle similitudes con su etapa de futbolista.
La recta final de su travesía por tierras ibéricas no fue la mejor, disminuido en su nivel y deprimido por la denuncia de una joven de veintidós años que lo acusó de abuso sexual y a quien la justicia desmintió un tiempo más tarde, dijo adiós en 1991 para regresar a su país y jugar en el FAS hasta el año 2000, cuando decidió retirarse a los cuarenta y dos años.
Es reconocido como el mejor futbolista salvadoreño de todos los tiempos y el máximo goleador de su selección, además el Estadio Nacional de El Salvador lleva su nombre. El Mágico González era un distinto que como tal buscaba siempre en la creatividad una salida paranormal para que una jugada intrascendente se convierta en un peligro latente, iluminaba corazones y encendía gargantas por igual y eso era suficiente para él y para todo el público gaditano que guarda el más célebre de los recuerdos del mejor futbolista que haya vestido la camiseta del club.
El Maradona de Centroamérica, territorio de mitologías y leyendas por excelencia, jugaba a la pelota, no creía en la profesionalización del fútbol y la vorágine de los ochenta, la época donde más brilló, su época, lo agobiaba. Él mismo reconocía que jugaba para divertirse y que alterar esa consigna y tomar el juego como un trabajo lo despojaría de su identidad.
Desde que era un juvenil, el Mágico se destacó en su país defendiendo los colores del FAS y de su selección, con la que sufrió la derrota más abultada en la historia de un Mundial al caer frente a Hungría por 10 a 1. Como consuelo le puede contar a sus nietos que participó del último gol de El Salvador en una Copa del Mundo.
Sus buenas actuaciones no tardaron en llamar la atención en Europa, allí fue el Cádiz quien se quedó con él luego del Mundial de España 1982. En el conjunto de Jerez de la Frontera se hizo rápidamente un lugar en el once titular y con actuaciones memorables y goles espectaculares se ganó el cariño de una afición que lo idolatra hasta nuestros días.
Al salvadoreño le gustaba dormir demasiado, las noches de juerga eran moneda corriente en su estadía española y la ausencia en los entrenamientos casi periódica. Por su fama de fiestero se llegó al punto tal de llamar a sus íntimos amigos y familiares para que le hagan entrar en razón y hasta el club contrató un empleado cuya única función era despertarlo después de sus salidas nocturnas. Ni siquiera las constantes y sucesivas multas por parte de la dirigencia cambiaron su filosofía.
Para muchos su mejor partido se dio como consecuencia de su indisciplina, en un encuentro de semifinales ante el Barcelona por el Trofeo Ramón de Carranza, Jorge llegó tarde para firmar la planilla, por lo que fue incluido recién en el entretiempo cuando el resultado ya estaba 3 a 0 a favor de los catalanes. En la segunda mitad contribuyó con dos goles y otras dos asistencias para torcer la historia y quedarse con el partido por 4 a 3.
La temporada 1983/1984 no fue buena para el Cádiz en cuanto a resultados y el descenso que venía acechando al equipo, acabó por consumarse. El fútbol italiano posó sus ojos sobre él, pero el deseo del Mágico de quedarse en España fue más fuerte. El Barcelona lo incluyó en una gira por Estados Unidos para probarlo junto a Diego Armando Maradona y las crónicas dicen que la sociedad generaba terror en las defensas rivales, sin embargo un incidente en un hotel californiano, donde estaba hospedado el plantel y en el que sonó la alarma contra incendios y el único que permaneció en el edificio fue nuestro homenajeado que estaba en su habitación con una mujer, terminó truncando la transferencia.
Con la certeza de que su traspaso al Barcelona estaba caído, continuó un semestre más en el conjunto gaditano. La relación con Benito Joanet, un entrenador estricto y exigente, comenzó a desquebrajarse, su mala conducta y la constante indisciplina táctica a la que estaba acostumbrado desataron la ira del espluguense que le dio salida hacia el Real Valladolid en enero de 1985. Los estrechos controles del club vallisoletano sobre su vida privada hicieron que se sienta acosado e invadido, por lo que la temporada 1987/1988 decretó el regreso del Mágico al Ramón de Carranza bajo un curioso contrato cuya paga consistía en setecientos dólares por partido jugado.
En 1990 y cuando quemaba sus últimos cartuchos en el fútbol español, al banquillo del Cádiz llegó el entrenador argentino Héctor Rodolfo Veira, de quien cuentan las andanzas de que lo fue a despertar a su habitación con un grupo de flamenco y al que el Mágico elogió diciendo: “Sólo me levanto porque me gusta la música”. Quizás el Bambino fue el técnico que más lo entendió por encontrarle similitudes con su etapa de futbolista.
La recta final de su travesía por tierras ibéricas no fue la mejor, disminuido en su nivel y deprimido por la denuncia de una joven de veintidós años que lo acusó de abuso sexual y a quien la justicia desmintió un tiempo más tarde, dijo adiós en 1991 para regresar a su país y jugar en el FAS hasta el año 2000, cuando decidió retirarse a los cuarenta y dos años.
Es reconocido como el mejor futbolista salvadoreño de todos los tiempos y el máximo goleador de su selección, además el Estadio Nacional de El Salvador lleva su nombre. El Mágico González era un distinto que como tal buscaba siempre en la creatividad una salida paranormal para que una jugada intrascendente se convierta en un peligro latente, iluminaba corazones y encendía gargantas por igual y eso era suficiente para él y para todo el público gaditano que guarda el más célebre de los recuerdos del mejor futbolista que haya vestido la camiseta del club.
Mirá Vos..!! no lo tenía en mis regsitros a este "Loco Lindo", pero seguramente como otros tantos talentosos que vivieron situaciones similares a él (y muchos de ellos fueron y son Argentinos).., supo disfrutar de esa linda posibilidad que le ototgó el fútbol de hacer lo que realmente le gusta... "Jugar".., a su manera y tal vez sin aprovechar los beneficios secundarios que éste le brinda.., pero logró su objetivo.. Jugó como solo él quiso hacerlo, en fin.., Jugó y con eso basta..!! Abrazo Futbolero..!!
ResponderEliminarEn España aun es un Dios este jugador de la epoca de los 80 , el cual yo lo recuerdo muy bien , y ya si te vas a Cadiz y preguntas por el..... , son todo alabanzas , se echa de menos jugadores del carisma del Magico ¡¡¡
ResponderEliminarPor Cadíz le adoran y no es para menos. Mágico dió mucho a ese club y dejó grandes recuerdos en el fútbol español.
ResponderEliminarSaludos.
Un loco más de esos que parecen jugar mejor cuando salen que cuando no. Ejemplos hay muchos, en mi ciudad el más emblemático es el del Trinche Carlovich. Hay muchas similitudes y el talento de poder hacer lo que quisieran adentro de una cancha los hace estar dentro de aquellos privilegiados pero raros ejemplos. Tuvieron todo para triunfar pero caminaron otro camino. O mejor dicho, triunfaron pero a su manera. Abrazo!
ResponderEliminarSi se hubiera centrado en su profesión hubiera sido de los mejores de la historia. Saludos.
ResponderEliminarHola Matías Rodríguez, gran articulo ,me encanta como como lo defines en las primeras 5 líneas.
ResponderEliminarSaludos desde
agolpedebalon.blogspot.com
Pues la verdad es que por mi edad no lo he visto jugar, pero sí que he oído hablar de él. Y con lo que has escrito, pues perfecto!
ResponderEliminarSaludos desde La Escuadra de Mago
en cadiz debe ser un idolo, una hazaña lo que hizo en el partido contra el barcelona...
ResponderEliminarEn el Cadiz es todo un ídolo, de ess jugadores que la aficion con el paso d elos años solo guarda los mejores momentos.
ResponderEliminarLastima que le perdiese la noche española (no le culpo por ello xD)
Saludos!
Muy linda historia Matías.
ResponderEliminarNo lo vimos jugar, así que tu texto me lleva a youtube para ver imágenes del Mágico.
Abrazo.
Dejó mucha huella en nuestra Liga y sobretodo muchas anécdotas .
ResponderEliminarUn saludo
cuanto entré a la pagina de Spanish Leeds (en la que empece a colaborar recientemente) y vi que el titulo de tu posteo era simplemente "Mágico" no pude pensar en otra cosa que no fuera el Mágico Gonzalez con la camiseta amarilla y los shortcitos azules del Cádiz de los 80. Siempre es gratificante leer algo del "Magico" nos devuelve sus gambetas y sus goles, dentro y fuera de campo de juego... jeje... A diferencia del Trinche que solo jugó en Central Córdoba, Magico dejo su impronta impresa en el Mundial del 82 y en el futbol de España, realmente un fuera de serie en todo sentido...
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