Era una tarde como cualquier otra pero pintaba diferente, no me pregunten por qué. El futuro esa tarde, justo esa tarde, no parecía ser muy alentador. El camino a la cancha de siempre era más triste que de costumbre, el anochecer nublado no ofrecía demasiadas garantías. Esa alegría que partido tras partido acompaña a los fieles hinchas en su caminata hacia la tribuna esta vez era una triste mueca de melancolía.
Los corazones golpeados y los santos cansados que ya no escuchaban plegarias daban inicio a un partido que iba a ser inolvidable. Se convertiría en uno de esos recuerdos que por mucho que me empeñe en olvidar no puedo sacar de mi mente. Ese día la postal era triste, desgastada. Los ánimos de la tribuna visitante no encontraban el eco de siempre en la local. Ni siquiera las ganas de los jugadores contagiaban a tantos fanáticos presos del destino de su equipo.
Sin más que un cero a cero aburrido el entretiempo agigantaba el letargo y las esperanzas se consumían al ritmo de que en otro lugar un resultado signaba nuestra suerte. No había mucho por hacer, simplemente era morir un poco. Los que piensan que es una apreciación exagerada por tratarse lisa y llanamente de fútbol es porque nunca lo sintieron, hasta el más fuerte de los hinchas se quebraría ante aquella imagen de desazón.
Dicen que los hombres no lloran pero esa vez no lo pude evitar, era todo muy raro, una sensación extraña que venía de alguna parte de mi alma se adueñaba de mis sentidos. Un pedacito de mí se iba con ese sentimiento. Mientras tanto el pronóstico no fallaba y la lluvia decía presente en la peor de las nostalgias.
Los últimos minutos no hacían otra cosa que estremecer aun más la tarde. El himno futbolero más triste que pude escuchar en una cancha lo conocí esa tarde. El “vamos a volver” unía en un abrazo eterno a todas esas mismas almas que alguna vez festejaron juntas y me terminaba de demostrar que por mucho que intentara jamás me podría despertar de semejante pesadilla.
En aquella oportunidad fue apenas el calor de esa gente la que me rescató del dolor de ya no ser y de cualquier complejo de inferioridad que me hubiese impedido mirar al futuro con ilusión. Ese gesto de una multitud muy distinta unida por los mismos colores me demostró que no hay amor más grande que el que se siente cuando tu equipo del alma te mira con la resignación de su orgullo maltrecho.
Los corazones golpeados y los santos cansados que ya no escuchaban plegarias daban inicio a un partido que iba a ser inolvidable. Se convertiría en uno de esos recuerdos que por mucho que me empeñe en olvidar no puedo sacar de mi mente. Ese día la postal era triste, desgastada. Los ánimos de la tribuna visitante no encontraban el eco de siempre en la local. Ni siquiera las ganas de los jugadores contagiaban a tantos fanáticos presos del destino de su equipo.
Sin más que un cero a cero aburrido el entretiempo agigantaba el letargo y las esperanzas se consumían al ritmo de que en otro lugar un resultado signaba nuestra suerte. No había mucho por hacer, simplemente era morir un poco. Los que piensan que es una apreciación exagerada por tratarse lisa y llanamente de fútbol es porque nunca lo sintieron, hasta el más fuerte de los hinchas se quebraría ante aquella imagen de desazón.
Dicen que los hombres no lloran pero esa vez no lo pude evitar, era todo muy raro, una sensación extraña que venía de alguna parte de mi alma se adueñaba de mis sentidos. Un pedacito de mí se iba con ese sentimiento. Mientras tanto el pronóstico no fallaba y la lluvia decía presente en la peor de las nostalgias.
Los últimos minutos no hacían otra cosa que estremecer aun más la tarde. El himno futbolero más triste que pude escuchar en una cancha lo conocí esa tarde. El “vamos a volver” unía en un abrazo eterno a todas esas mismas almas que alguna vez festejaron juntas y me terminaba de demostrar que por mucho que intentara jamás me podría despertar de semejante pesadilla.
En aquella oportunidad fue apenas el calor de esa gente la que me rescató del dolor de ya no ser y de cualquier complejo de inferioridad que me hubiese impedido mirar al futuro con ilusión. Ese gesto de una multitud muy distinta unida por los mismos colores me demostró que no hay amor más grande que el que se siente cuando tu equipo del alma te mira con la resignación de su orgullo maltrecho.
A ver.., "Morir Un Poco".., es sinónimo de "Desprenderse de una PARTE de Uno".., pero "conservando El TODO de ese Uno" (TODO sinónimo de ENTERO), desgastado, pero No Aniquilado.., porque EL TODO es mayor que LAS PARTES y mientras estés ENTERO estás con VIDA.., y LA VIDA es luchar por RECUPERAR tus PARTES perdidas, Entonces.., ese Himno Futbolero "VAMOS A VOLVER" no es más ni menos que: "VAMOS A RECUPERAR LA PARTE PERDIDA".., y esa PARTE PERDIDA es ese "ORGULLO MALTRECHO", (que está MALTRECHO pero NO MUERTO). En síntesis, Siempre que haya ORGULLO, hay VIDA... Siempre que haya VIDA, hay "Un Volver a Empezar", para recuperar "El Lugar Perdido" y a veces "descender o retroceder" es sólo ganar espacio para tomar carrera y largar con más fuerza el camino hacia la meta..!! Por ello, "Morir Un Poco, No es lo mismo que, Morir del Todo" Abrazo Futbolero..!!
ResponderEliminarufff con todo el sentimiento...
ResponderEliminarque buen post mati
Sinceramente , creo que el futbol nos resta años de vida , tanta emoción ,tanto sufrimiento , quizá no se vea recompensado con la consecución de victorias o títulos . Posiblemente esa sea la razón por la que miles de personas gritan las victorias en la calle y festejan títulos como sí en ello les fuera la vida .
ResponderEliminarUn saludo
sin palabras, muy buena entrada. un lujo! saludos
ResponderEliminarGran artículo, como siempre.
ResponderEliminarEl fútbol hace, a veces, llorar de alegría y otras veces de angustia... es la esencia del fútbol; el sentimiento.
Saludos!! ;)
Brillante articulo, así es el futbol, que vale de todo, sea sufrimiento, alegrias...pero los mallorquinistas, del RCD Mallorca sufrimos más que alegrías xD.
ResponderEliminarSaludos.
Ese sentimiento lo logra el amor. Cuando uno ama de verdad algo, puede sentir semejante tristeza al perder. Abrazo!
ResponderEliminarMatías: para eso están las gentes y las multitudes, para darte ánimo y levantarte.
ResponderEliminarAbrazo.
Que grande!!!!!
ResponderEliminarEl futbol es algo que nos transforma, saca lo mas primitivo de cada uno. Un sentimiento, una pasion
Saludos!
Qué grande tío!! Qué bonito, me acabas de recordar lo bonito que es el fútbol...
ResponderEliminarUn saludo!!!
Es increible ver el poder que tiene el fútbol, como maneja tus sentimientos para bien o para mal. Saludos.
ResponderEliminarHola amigo Matias , ya tengo el ordenador arreglado , solo decirte que ya a partir de ahora me pondre al dia de toda la actualidad que acontece vuestros blogs , entre ellos el tuyo por supuesto , asi que nada mas tio , ¡¡¡ estamos en contacto ¡¡¡
ResponderEliminarMaestro, Mati. ¿Se puede publicar esto en SBEN?
ResponderEliminar¡Genio!
Qué buen texto Matías. Como dijeron ahí, en el fútbol morir un poco es exactamente eso, y bien distinto a morir.
ResponderEliminarY llorar por nuestro equipo es algo difícil de explicar pero nos da un carnet de pertenencia eterna a algo, a algo que sólo puede compartirse con los otros hinchas.
Un abrazo