En tiempos en los que Boca marcha a la deriva por los malos resultados o la poca solidez de su dirigencia, que ya sea por mala fortuna o simple impericia, se parece cada vez más a la José María Aguilar en River, es bueno recordar que con una Libertadores y un torneo local en el último lustro la situación no es tan dramática como parece. Incluso el club pasó por situaciones mucho peores, pero hubo una que marcó para siempre la memoria de cualquier Xeneise contemporáneo.
El año 1984 fue nefasto en el más amplio sentido de la palabra para Boca, con los promedios ya instaurados y una crisis institucional alarmante, el club prometía seguir el destino fatal de San Lorenzo y Racing. La Bombonera estaba clausurada por peligro de derrumbe y Boca llegó incluso a hacer de local en la cancha de Sarmiento de Junín, las huelgas dividían el plantel y al frente del equipo hubo siete técnicos elegidos por tres presidentes distintos. Todo en un año.
El club debió jugar más de treinta amistosos con el equipo titular para recaudar dinero por lo que los juveniles afrontaban el Metropolitano, incluso la reserva jugó alguna vez contra River haciendo de local en el Monumental perdiendo 4 a 1. Como si fuese poco, Boca fue invitado por el Barcelona para disputar la tradicional Copa Joan Gamper. También perdieron en el Camp Nou, pero 9 a 1.
Pero dentro de todos estos hechos escalofriantes, uno hizo que Boca toque fondo. El 8 de julio la Bombonera recibió la visita de Atlanta y por expreso pedido de la televisión y del árbitro, el Xeneise como anfitrión se vio obligado a cambiar de camiseta. Partiendo de la base que afrontaron el partido con jugadores de cuarta división por la huelga de los profesionales, encontrar una camiseta suplente en la utilería era prácticamente una utopía.
Con el arranque demorado y la amenaza de perder los puntos, Boca utilizó las camisetas blancas de entrenamiento que, de más está decir, no tenían números. La genial ocurrencia de los utileros radicó en pintarle los mismos con fibrón. La tinta fresca con la transpiración fue una combinación fatal y los dorsales acabaron por convertirse en un horrible manchón negro como muestra la imagen.
Fue el golpe de nocaut para un club en quiebra que veía la desaparición a la vuelta de la esquina. Esa tarde de domingo, con derrota 2 a 1 incluida, quedó inmortalizada como la más triste y humillante en la historia de Boca.
Interesantísimo artículo. Estos hechos son los que marcan no sólo la historia de un club, sino la historia del fútbol argentino. Por más absurdo que haya sido en ese momento, con el paso del tiempo estos hechos adquieren valor ya sea por resultados impensados, por lo sorpresivos que parecen, etc. Éxitos y te espero en mi blog.
ResponderEliminarSi me das el sí pondré tu blog en una columna de recomendados que haré en el mío, a cambio de que tu también hagas lo mismo. Éxitos.
ResponderEliminarHorrendo recuerdo para los de la Ribera... eran epocas de vacas flacas y resultados paupérrimos.
ResponderEliminarsaludos
Leer articulos asi te aprenden a conocer el futbol argentino para los que no los conozcamos a fondo , gran post ¡¡ , saludos ¡¡¡¡
ResponderEliminarPobrecitos los de Boca, no sabía que un club tan grande podría llegar a tal extremo... Un saludo!!
ResponderEliminarGracias a este post, ya se algo más sobre el fútbol argentino. La crisis de Boca pasara como pasan todas.
ResponderEliminarSaludos desde El Rincón Del Deporte
Cada vez que paso por aquí aprendo un poco más.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un saludo.
Lo que le paso a Boca es mas humillante que el descenso de River
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