martes, 1 de enero de 2002

Alemania en Londres, la profecía de Hitler


Es julio de 1940. Inglaterra ya se escapó de Dunkerque con el ejército francés a cuestas y Alemania emerge como el indiscutido soberano de Europa. El dominio es total. O casi. Porque falta la gran isla, el Reino Unido. Sin embargo es cuestión de tiempo. Winston Churchill, el estadista británico al que se le inventó un pasado de literato para poder otorgarle el Premio Nobel, vende la historia de la fuga como una epopeya. Pero la realidad es otra, y Hitler va por todo. Nunca menos. El Führer ordena un ataque repentino de la Luftwaffe sobre la Royal Air Force. Busca disminuir el poderío militar inglés antes de la Operación León Marino, que definirá el asalto alemán de la pérfida Albión.
Es, como se dijo anteriormente, julio de 1940. Empieza el ataque y se inicia también un nuevo concepto de enfrentamiento. Nace la blitzkrieg. La guerra relámpago. La misma táctica militar que tiempo después utilizará Japón en Pearl Harbor. El éxito es inminente. O al menos eso parece. La profecía de Hitler se está por cumplir. La Wehrmatch, como aseguró el líder del imperio de los mil años, alzara la égida de todo su poder en Londres. El mundo finalmente se arrodillará ante la esvástica.
Sin embargo algo sale mal, y al Führer y a todo su portentoso ejército se le presenta un enemigo inesperado, infinitamente más débil, pequeño e inofensivo: el murciélago. Inglaterra hace tiempo que copió el método que emplean los quirópteros para trasladarse sirviéndose del eco del sonido para inventar el radar, e incluirlo en el campo de batalla por primera vez en la historia. El rumbo de la guerra cambia definitivamente, la Alemania nazi sufre su primera derrota y Gran Bretaña se convierte en la trinchera del Viejo Continente a partir de mayo de 1941. La profecía de Hitler se trunca para siempre.
Es primero de mayo de 2013. Bayern Munich vuelve a golear al mejor equipo de la historia, al Barcelona, esta vez en España, y accede a la final de la Champions League. Ya lo espera el Borussia Dortmund, que dejó en el camino al todopoderoso Real Madrid. La cita es el 25 del corriente en Inglaterra. En Wembley. En Londres.
Si la historia fuese menos trágica se podría trazar alguna analogía ilustrativa. Jupp sería Mein Heynckes. Y Klopp el Zorro del Desierto, como Erwin Rommel, a quien homenajea permanentemente con una sonrisa constante que sostiene hasta el paroxismo. Pero la raíz de la comparación surgió en un terreno mucho más temible, mucho más hostil, mucho más irrevocable, como dice Eduardo Sacheri en esa poesía titulada ‘Me van a tener que disculpar’.
Será 25 de mayo. Será el sábado que viene. En Inglaterra. En Wembley. En Londres. Con un poco de esfuerzo se lo podrá imaginar a Hitler defendiendo su profecía. Alemania alzará la égida de todo su poder. Setenta años después es bueno decir que la demostración se limitará simplemente a una cuestión futbolística. Un terreno mucho menos temible, mucho menos hostil, mucho menos irrevocable. Lo cierto es que cualquiera sea el que gane, la Bundelisga ya dominó Europa. El mundo se arrodilla ante ellos.

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