domingo, 8 de enero de 2012

Del Sudamericano de Lima al desastre de Suecia: Una tragedia evitable


Corbatta, Maschio, Angelillo, Sívori y Cruz. La selección argentina campeona del Sudamericano de Lima en 1957 siempre será recordada por la frescura de su delantera; un quinteto implacable que constituía la mixtura perfecta entre la desfachatez de la juventud y un dejo de nostalgia por el depurado juego autóctono, el de “la nuestra” que trascendió a las huelgas que desmantelaron el fútbol argentino y se instaló en los genes de esos iluminados que se ganaron el apodo de “Los Carasucias”. El equipo que avanzó a paso firme y se consagró al golear a Brasil además de su poderío ofensivo se apuntalaba en la solidez del arquero Rogelio Domínguez, la seguridad de Vairo y Dellacha en defensa y la majestuosidad de Néstor Rossi, el capitán e iniciador de las acciones desde la mitad de la cancha.
Para muchos ese conjunto fue uno de los mejores de la historia. Dirigido por Guillermo Stábile tenía todo para trascender las fronteras de un mero Sudamericano y ser el firme animador del Mundial de Suecia 1958. La notoriedad que tomó la actuación argentina fue tal que el entrenador brasileño se comunicó con su par criollo para tomar nota de los métodos de trabajo que llevaron a “Los Carasucias” a alcanzar la perfección. Brasil, que por aquellos años aun no conocía a Pelé, buscaba inspirarse en los campeones de Lima para forjar su verdadera identidad.
El Sudamericano de 1957 fue el trampolín al éxito para las figuras argentinas y, paradójicamente, el aborto de un promisorio proyecto nacional. Las partidas de Sívori a Juventus, Maschio a Bologna y Angelillo a Inter desarticularon el poderío del equipo que residía en gran parte en esos tres jugadores. Las ambiciones del brazo mercantil que ya afectaba al fútbol y las presiones políticas para promover a los futbolistas locales a través de la selección dejaron de lado a los argentinos que se destacaban en el Calcio.
Por aquellos años el antiperonismo impuesto en el país por el gobierno militar de turno desechaba todo lo que tuviese que ver con la industria local y el ser nacional y buscaba imponer costumbres europeas. Una de las formas que eligió el poder para impulsar el cambio fue adoptar ideas liberales y modernizar los métodos de procedimiento en todas las áreas. El fútbol no fue la excepción a la regla y de repente se necesitaron de urgencia médicos, masajistas, psicólogos y preparadores físicos para completar los cuerpos técnicos “obsoletos”. Mientras Argentina seguía soportando la fuga de cerebros compraba los libros de los mismos que, por su imposibilidad de formar estrellas con sus recetas, venían a buscar las figuras criollas. El plan estaba condenado al fracaso.
Ya en 1958 y con el Mundial de Suecia en el horizonte, Argentina completó las eliminatorias con relativa tranquilidad. Finalizó primero en su grupo aunque demostró un nivel sensiblemente inferior al del Sudamericano del año anterior ante rivales de poco fuste como Bolivia y Chile. Con Stábile, que llevaba casi dos décadas en el cargo, desgastado por la crítica y un equipo compuesto en su mayoría por jugadores de edad avanzada, la selección argentina emprendió el camino hacia la consecución del desteñido objetivo de volver al país como campeona del mundo.
El rumbo en el Grupo 1 arrancó torcido para el conjunto nacional: pálida actuación e inobjetable derrota por 3 a 1 ante los alemanes, vigentes campeones. Sin embargo en la segunda fecha Argentina enfrió las críticas y alimentó la ilusión al derrotar a Irlanda del Norte también por 3 a 1. Con una victoria y una caída en su haber, la selección estaba obligada a superar a Checoslovaquia si quería asegurarse un lugar en la siguiente ronda. El partido que a priori se presentaba accesible acabó por marcar un quiebre en el fútbol argentino: el 6 a 1 que los checoslovacos imprimieron a los argentinos se convirtió en el paradigma de una etapa superada y el comienzo de un mito que es conocido como el “Desastre de Suecia”.
Las críticas del periodismo no se hicieron esperar y muchas de ellas se formaron en su propia contradicción. Néstor Rossi, que había sido apuntado en la previa como el jugador idóneo para marcar los tiempos del equipo, de repente era demasiado lento. Labruna, exigido por su experiencia, muy viejo. El sorpresivo Eliseo Prado previsible para un fútbol europeo “adelantado”. Amadeo Carrizo no estaba a la altura. Varacka era mufa. La lista no dejaba exento a nada ni nadie. Todo era fulminado por la opinión pública.
El Mundial de Suecia dio lugar en el ámbito doméstico a otra clase de fútbol. Las teorías se dividieron y el resultadismo ganó lugar. El fin comenzó a justificar los medios y grandes equipos se formaron en torno al éxito que no necesariamente iba de la mano del buen juego. Así nacieron los campeones edificados por los Zubeldía, Geronazzo, Lorenzo y Griguol. La selección argentina, hasta el arribo de Menotti, inició un largo periodo de acefalía en el que no superaba su idea de formarse según los libros europeos, los mismos que Pelé, Vavá, Zagallo, Garrincha, Didí y Nilton Santos se encargaron de destruir en 1958 siguiendo el consejo que Stábile le había proporcionado a Vicente Feola: “El éxito de ‘Los Carasucias’ de Lima radica en el respeto que tienen por la identidad que el fútbol argentino se ganó a través de los años”.

7 comentarios:

  1. el Mundial de Suecia marcó un claro declive del fútbol argentino en los siguientes años. y se tardó en salir del mismo.

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  2. Una de las claves que se ha achacado al éxito de España , fue el que varios jugadores salieran al extranjero a ser estrellas en equipos tan competitivos como Liverpool o Arsenal fue un handicap para la Argentina del 58 .

    Un saludo

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  3. “Los Carasucias”de Lima, demostraron el Gran amor por "La Camiseta" y la férrea Identidad por La Selección Argentina..! Abrazo Futbolero

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  4. Muy buen post. Siempre me han gustado los que acercan historias que sucedieron hace años. Gran jugador Corbatta, uno de esos genios incomprendidos.
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    Un saludo.

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  5. ho no sabía sobre esta otra tragedia en el fútbol, pero me apena escuchar de que este trágico evento pudo haberse evitado si hubieran tomado las medidas respectivas

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